viernes, 18 de mayo de 2018

¿Por qué la nueva jefa de la CIA es una amenaza para gobiernos progresistas de América Latina?

Especialista en “banderas falsas” y operaciones “sucias” junto a su exjefe Mike Pompeo
El presidente Donald Trump logró, contra viento y marea, imponer la línea dura del ala Republicana en el tablero de ajedrez del sistema de seguridad e inteligencia, en consonancia con la Secretaría de Estado (cancillería estadounidense). Movimientos que implican una mayor presión para los gobierno progresistas de América Latina y para todos aquellos que no comulgan con la línea de Washington en el mundo.
El Mandatario se salió con la suya: La mayoría republicana en el Senado de Estados Unidos ratificó el jueves a Gina Haspel como directora de la CIA, la primera mujer elegida para el puesto.


Con la controvertida designación, Haspel es señalada de participar en torturas a detenidos tras los ataques del 11 de septiembre de 2001, el Mandatario estadounidense cuadra sus piezas claves para seguir adelante con las reformas conservadoras en la política estadounidense.
Haspel venía de dirigir el servicio nacional clandestino, adscrito a la CIA que se cobijaba bajo el nombre de operaciones especiales, es decir, se encarga de las operaciones sucias, aseveró el economista y constituyente Fernando Travieso, jefe del tanque de pensamiento del Observatorio Socialista de Petróleo de la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV).

La recién ratificada jefa de la CIA es quien urde la guerra económica, operaciones contra Venezuela mediante el montaje de “banderas falsas”, operaciones que hacen creer a la población que la situación es culpa del gobierno, para generar un mar de confusiones, explicó Travieso.

Poner las piezas
Semanas antes el Senado había ratificado como secretario de Estado al jefe de Haspel, Mike Pompeo, exjefe de la CIA, el funcionario de mayor rango del Gobierno de Estados Unidos que se ha reunido con el presidente de Corea del Norte, Kin Jong-un.
Venezuela podría convertirse en un riesgo para Estados Unidos. Los cubanos están ahí; los rusos están ahí, los iraníes, Hezbolá están ahí. Esto tiene el riesgo de llegar a un lugar muy malo, por lo que Estados Unidos debe tomarlo muy seriamente“, ha dicho Pompeo como jefe de la CIA, recordó Travieso.
Haspel al igual que Pompeo son exponentes de la línea dura republicana. Más aun, el secretario de Estado es considerado alguien con una mirada de la región —y del mundo— que sintoniza mejor con Trump que su antecesor Rex Tillerson, expresdiente de la ExxonMóbil, quien a menudo tenía diferencias con el presidente y funcionaba como contrapeso de sus impulsos.
El actual Secretario de Estado defiende la línea dura con Irán y ha pedido la pena de muerte para Edward Snowden, el exanalista de seguridad que denunció el espionaje electrónico masivo de Estados Unidos y se encuentra refugiado en Rusia.
Recelos en casa
Pompeo provoca muchos recelos entre los legisladores demócratas por su marcado ideario conservador. Es miembro del grupo ultraconservador Tea Party, ha sido ambiguo respecto al uso de la tortura, cuando estaba como jefe de la CIA y Haspel era subdirectora, y en general mantiene una línea belicista, muy en la onda del secretario de Defensa James Mattis.
Del complejo tablero que terminó de armar Trump, con la designación de Haspel, forma parte el  “Perro Rabioso”, así se le apoda al designado por el presidente electo de Estados Unidos para hacerse cargo del Pentágono.El secretario de Defensa es general retirado, comandó las primeras tropas que invadieron Afganistán en 2001 e Irak en 2003, quien cree que Irán es la principal amenaza para Oriente Medio.
Fueron, sin embargo, los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington lo que catapultó su carrera militar, ya que fue uno de los primeros hombres en armas en poner el pie en Afganistán como el comandante de las fuerzas de vanguardia de la Infantería de Marina que invadieron ese país.
Completar el tablero
Este tablero lo completa Paul Nakasone, quien ocupa el puesto de director de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de ese país, asimismo, encabeza el Comando Cibernético de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, ratificado por el Senado para el puesto en abril.
No es casual el giro de la Casa Blanca en la relación con Irán, al Trump anunciar la retirada del acuerdo militar con la nación persa. Ahí está la línea dura estadounidense por el control de las reservas petroleras mundiales, aseveró el economista venezolano.

Lo que está haciendo el presidente Trump es intensificar el juego de inteligencia contra Venezuela y los países que ellos consideran problemáticos, los que no se acogen a las políticas ordenadas por los grandes capitales, las familias que forman parte del fondo de inversión Vanguard”, aseguró Travieso.

Fondo Vanguard
El Fondo de Inversión Vanguard tiene la dirección y ejercen el poder estructural de los bancos (Wells Fargo, Bank of America y Citigroup y JP Morgan Chase) que componen la Reserva Federal de los Estados Unidos, órgano que junto al Departamento del Tesoro recomendó la adopción de la reciente orden ejecutiva contra Venezuela, recordó el especialista en temas geoestratégicos.
Este fondo de inversión, señaló el economista venezolano, concentra 75% de la producción de bienes y servicios del mundo. “Quienes nos están bloqueando ni siquiera es el gobierno de Estados Unidos, sino que este es un operador de las corporaciones que gobiernan el mundo”.
Detrás de las sanciones contra Venezuela están las familias Rockefeller, Rothschild, Warburg y Lazard, dueñas de tres grandes megafondos financieros, propiedad del Fondo de Inversión Vanguard, precisó el constituyente.
Son estas grandes familias que quieren ponerle la mano a la Faja Petrolífera del Orinoco, a las reservas petroleras venezolanas y ven en el Petro un peligro en toda su estrategia de destruir la economía venezolana”, aseguró.
Hilar fino
Las recientes medidas de elevar los aranceles que decretó el presidente de Estados Unidos es un arma de doble filo, aprecia Travieso, porque tiene que hilar fino para que esos aranceles pechen a las empresas chinas y no a las de interese norteamericanos que operan allá.
Travieso recordó que la inversión de capitales estadounidenses en China fue una iniciativa de canciller Henry Kissinger, durante el Gobierno de Richard Nixon en la década de los setenta.
Parte del sector industrial extranjero que se instaló en el gigante asiático son capitales de las familias pertenecientes al fondo Vanguard, por eso China decidió la apertura de regiones especiales que recibían las inversiones foráneas.

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